COLABORACIONES 

INVESTIGACIONES Y APOYOS

LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

Nuestro Señor y los profetas de la Biblia nos advirtieron de las señales que deben ocurrir en la tierra en los tiempos finales. He aquí algunas de las más destacables. El que se atreva, puede añadir alguna más, ya que no son exhaustivas.

1. Tiempos angustiosos y rumores de guerra, en especial contra el pueblo de Dios. Hoy asistimos con estupor al grave peligro que representa Irán y su amenaza nuclear contra Israel.

2. Contaminación de las aguas y de la atmósfera.

3. Oscurecimiento parcial de la luz del sol, la luna y las estrellas.

4. Muerte de muchos seres vivos en el mar y en la tierra...


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Meditación gentileza de Antonio Pérez Sobrino 

SOBRE  LA  ALABANZA

Empecemos preguntándonos qué es la alabanza. ¿De qué manera se puede alabar? ¿Qué cosas buenas se pueden decir de Dios?

Se puede exaltar su Persona, su naturaleza, su esencia, su carácter, su manera de ser, su belleza, su hermosura, sus obras, su grandeza, su bondad, su creación, su universo, sus maravillas, su amor, su fidelidad, su salvación. De Dios podemos exaltar

su esencia (o naturaleza intrínseca): su belleza, su naturaleza, sus atributos.

Su personalidad (su carácter): su belleza moral, su magnanimidad, su largueza.

Sus obras: su belleza, su misericordia, su universo, su creación.

Toda belleza procede de Dios. Él es la fuente de toda belleza. Si no vemos su belleza en el mundo, ¿no será que estamos ciegos? O bien porque no la hay, porque los hombres han erradicado la cultura de la vida e instaurado la cultura de la fealdad y de la muerte.

O bien los hombres no estamos produciendo belleza. ¿De dónde procede la fealdad? Del enemigo de las almas y de los hombres. El pecado y el egoísmo engendran fealdad. El amor engendra belleza.

Hay tres cosas supremas: la verdad, la bondad y la belleza de Dios. Toda la verdad, bondad y belleza que hay en el mundo proceden de Dios (Fil. 4:8). Toda la fealdad que hay en el mundo procede del enemigo, de la desobediencia del hombre y la ausencia de Dios.

Cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo imitamos nosotros la bondad? ¿Cómo imitamos la belleza? ¿De qué maneras nos expresamos? Es obvio que nos expresamos con palabras, obras, conducta, actitudes, amor o rechazo.

Lo que agrada a Dios es bello. También todo lo que refleja su hermosura en nosotros. ¿Qué expresamos nosotros a través de nuestras palabras, obras, conducta y relaciones? ¿Somos creadores de belleza, de cultura de vida o de muerte? ¿Cómo reflejamos a Dios en el mundo? Su naturaleza, su carácter, sus obras... ¿Cuál es el Evangelio más elocuente? (Sal. 145).

A Dios nadie le ha visto jamás, pero de muchas maneras se puede inferir su hermosura ¿Creemos realmente que Dios es bello, glorioso y fuente de toda hermosura? Entonces tendremos que expresarlo, manifestarlo. Este es el cometido de la alabanza. Tenemos que enamorarnos de la belleza y proclamarla. Tenemos que amar lo bello y aborrecer la fealdad. La fealdad de la cultura occidental actual es patente. Incluso los musulmanes fundamentalistas condenan y desprecian a Occidente. Por eso quieren destruirlo.

Para amar lo bello hay que demostrar pasión, convencimiento. De ahí que haya que declararlo y manifestarlo, también con nuestras obras. Necesitamos enamorarnos del bien y la belleza -Jesús-, y aborrecer el mal y la fealdad -el diablo y el mundo sin Dios, las tinieblas.

Este fue el secreto de la Iglesia Primitiva: habían conocido un mundo sin Dios; y luego, al conocerle, apreciaban el sentido de su vida, la superioridad del amor, la belleza de la fraternidad, la pasión de servir a un Dios hermoso y omnipotente.

Esta cultura henchida de fealdad, mediocridad y vulgaridad es nauseabunda, vomitiva, revienta, produce asco, es insoportable. Proclamemos, pues, la hermosura y la excelencia de Dios. No hay más que ver las carátulas de los videojuegos y las películas que se venden y se anuncian. A toda porquería, a cualquier cosa lúgubre y tenebrosa, llaman cultura. Todo ello será arrasado por una ola gigante, como ríos de lava de volcán, porque no es más que basura. ¿Qué haremos, pues? Eduquémonos para amar lo bello, desechemos toda fealdad, no toleremos la inmundicia. Hagamos cada cosa para Dios. Procuremos en todo la excelencia. Las cosas que hagamos deben hacerse con excelencia. Si algo merece la pena hacerse, merece hacerse bien. Si no es mejor no hacerlo; si no merece la pena hacerse bien. Por otra parte, si uno puede o sabe hacer algo bien, hágalo. No hay que hacer muchas cosas o cosas grandiosas, aunque si somos capaces debemos hacerlas. Si aprendemos a contemplar la belleza, acabaremos reflejándola.

El hombre puede producir belleza: la belleza de una cultura en Dios. Puede crear y componer música, pintura, poesía, danza, arquitectura, literatura, teatro, cine, escultura, puede construir y edificar jardines, paseos, palacios, catedrales, casas, ciudades, monumentos, plazas... Pero Dios extiende el cielo, las nubes, los ríos, los valles, las montañas, las islas, las playas, los bosques, los campos, las flores, los pájaros, las estrellas, los parques naturales, los mares, los lagos, el agua, el sol, la luz, la hierba, los colores, el aire, los árboles, los animales, los peces, la nieve, el calor, el hielo, el fuego, la noche, la luna, el firmamento, las hojas, y ha creado la familia, los niños, la maternidad, y el amor romántico...

La cultura sin Dios es atea, produce monstruos. Es narcisista, egoísta destructiva, fea, abominable. Solo busca el placer individual, satisfacer el «yo» a costa de todo y a cualquier precio, exalta la muerte. No hay más que mirar en derredor.

La cultura cristiana exalta la vida, la luz, la verdad, el conocimiento de Dios, la bondad y la belleza (Fil. 4:8). Una forma de alabar a Dios es alabar sus obras, contarlas, hablar bien de ellas, divulgarlas. Proclamar sus maravillas (Salmo 145). Pero para hablar bien de sus obras hay que conocerlas (o al menos distinguirlas) y admirarlas. Tenemos que amar la belleza. De alguna manera educarnos, aprender a apreciarla. Los poetas siempre cantaron a la naturaleza y la exaltaron como si fuera un dios, la mujer, la realidad, las luces y las sombras, el azul del cielo, etc. Nosotros debemos admirarla como don que es de Dios.

La cultura de la muerte se refleja hasta el colmo en el cine moderno y la televisión: violencia, sexo, negocios turbios, palabras feas, codicia, amor al dinero, degradación, exaltación del vicio, depravación. Resulta que hoy el bien es el mal y el mal es el bien. Tal vez por estas cosas hemos sido los cristianos irrelevantes, tan poco eficaces en el testimonio, tan poco influyentes en el arte y en la cultura. Pero el Evangelio no está reñido con la belleza. San Pablo se jacta de predicarlo con sencillez, pero debe expresar luz y belleza. La conducta cristiana refleja luz y belleza. Lo que agrada a Dios es bello y lo que refleja su hermosura también. La cultura cristiana transmite vida.

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,

Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.

Cada día te bendeciré,

Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.

Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza;

Y su grandeza es inescrutable.

Generación a generación celebrará tus obras,

Y anunciará tus poderosos hechos.

En la hermosura de la gloria de tu magnificencia,

Y en tus hechos maravillosos meditaré.

Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,

Y yo publicaré tu grandeza.

Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,

Y cantarán tu justicia...

...Te alaben, oh Jehová, todas tus obras,

Y tus santos te bendigan.

La gloria de tu reino digan,

Y hablen de tu poder,

Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,

Y la gloria de la magnificencia de su reino (Salmo 145:1-7; 10-12).


Meditación gentileza de Antonio Pérez Sobrino


VISIONES DEL MUNDO

 ...Cada uno ve el mundo desde su óptica y cree que la de los demás está equivocada. Cada cual plantea las cosas desde su punto de vista y critica el de los demás porque detecta en ellos fallas y defectos. Por eso propone su propia visión.   

  

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Meditación gentileza de Antonio Pérez Sobrino

SOBRE LA PROPIA IMPORTANCIA

Todas las personas necesitamos ser aceptadas, reconocidas y apreciadas. Todos necesitamos sentirnos importantes, dignos, estimados y respetados. El peligro que corremos es, si no recibimos todo esto, intentar conseguirlo por nuestras propias fuerzas y recursos. ....

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Reflexión y meditación gentileza de ANTONIO PÉREZ SOBRINO 

EL CARACTER HUMILDE DE JESÚS 

de Antonio Pérez Sobrino 

La humildad de Jesús es asombrosa, admirable. No buscó el reconocimiento propio, sino la honra del Padre. Aunque pudo jactarse y presumir, Jesús no se defiende, nunca se jacta, nunca se promociona ni se exalta a sí mismo, no se reivindica, no apabulla, no aplasta a los pecadores,  ...

https://docs.google.com/document/d/1EzeHu6y3_JZiDp7w6Z9C-dqczA8ILIjOEFl8v6f0AT0/edit?usp=sharing

JESÚS  LLA MA  A FELIPE  Y  A  NATANAEL 

«El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús ......

 https://docs.google.com/document/d/1Bw-752L2BskRuWwjEHPMvpYpQgErcQR5hzYhxGBtr1Q/edit?usp=sharing


Antonio Pérez Sobrino

QUERIDA ESPAÑA, bastante te hemos maldecido y criticado, tus hijos, tus detractores, tus enemigos más acérrimos y todos los que te aborrecen. Hora es de desagravios y de que seas bendecida

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LA ESPERANZA 

Antonio Pérez nos define esta virtud, tan esencial para nuestra vida y lo hace desde una perspectiva nueva y bella, que sólo se puede crear en los momentos cruciales de la vida, como cuando se esta apunto de iniciar un proceso de difícil salida y dudoso desenlace. Son momentos en los que se abre el corazón y la mente elucubra y el escritor deja que la pluma vuele y escriba al ritmo del pensamiento o la inspiración.