105 años y dos guerras mundiales...
105 años, 8 pontificados y dos guerras mediales lleva Nuestra querida madre, la Virgen María pidiendo tanto en Portugal como en España que se le consagre Rusia a su Sagrado Corazón para evitar peores guerras y mayores sufrimientos. Hasta la fecha su petición no ha sido atendida y el mundo se acerca peligrosamente a otra guerra mundial y muchos males.
En 1917 en Fátima (Portugal) comenzó la Virgen a pedir la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado. Esta petición fue repetida en varias ocasiones.
Los tres niños, Lucía, Francisco y Jacinta, contaron que en la aparición de junio de 1917, la Santísima Virgen les dijo:
"Vendré a pedir la Consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado. Si atienden a mis peticiones, Rusia se convertirá y el mundo tendrá paz".
Los pastores dijeron que el 13 de julio de 1917, la Virgen María les dijo:
"Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. Si hacen lo que les digo, muchas almas se salvarán, y habrá paz. La [Primera] guerra [Mundial] terminará; pero si los hombres no dejan de ofender a Dios, otra guerra más terrible comenzará durante el pontificado de Pio XI. Cuando vean una noche iluminada por una luz extraña y desconocida, sabrán que ésta es la señal dada por Dios para indicarles que está apunto de castigar al mundo por sus crímenes, con la guerra, el hambre, y persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para prevenir esto, vengo a pedir que Rusia sea consagrada a mi Inmaculado Corazón...
...Si mis peticiones se cumplen, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, Rusia esparcirá sus errores alrededor del mundo, trayendo nuevas guerras y persecuciones a la Iglesia. Los justos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, y muchas naciones serán aniquiladas. Pero al final, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, y ésta se convertirá y se le concederá al mundo un período de paz".
Sor Lucía declaró que la Virgen de Fátima se le apareció nuevamente el 13 de junio de 1929 en Tuy (España), y le dijo:
"Ha llegado el momento en que Dios pide tres condiciones:
1. al Santo Padre que realice,
2. en unión con todos los Obispos del mundo,
3. la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón.Dios promete salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra mí, que vengo a pedir reparación; sacrifícate por esta intención y reza".
Después, Sor Lucía añadió:
"Más tarde, mediante una comunicación íntima, Nuestro Señor me dijo: 'No han querido atender Mi petición... Al igual que el Rey de Francia se arrepentirán, y luego la llevarán a cabo, pero ya será demasiado tarde. Rusia habrá ya esparcido sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia. ¡El Santo Padre tendrá que sufrir mucho!".
Sor Lucía le preguntó a Nuestro Señor por qué no convertía a Rusia sin la necesidad de la consagración pública y solemne de esa nación específicamente. Jesús respondió:
"Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración como un triunfo del Corazón Inmaculado de María, con el fin de extender después su culto y colocar, junto a la devoción hacia Mi Sagrado Corazón, la devoción a su Corazón Inmaculado".
Como respuesta a esto, los Papas Pío XII (1942), Juan Pablo II (1984) y Francisco (2013), consagraron el mundo al Corazón Inmaculado, sin incluir a Rusia. Solamente Pío XII consagró específicamente a "los pueblos de Rusia" en 1952.
No obstante, hasta la fecha nunca se ha llevado a cabo una consagración válida de Rusia, cumpliendo con los requisitos mencionados en la aparición de Tuy (España), ya que la consagración nunca ha sido realizada en unión con todos los obispos católicos del mundo, tal y como fue pedida, ni se ha expresado textualmente en la fórmula el mandato específico de "Consagración de Rusia".
Y así, tejiendo incumplimiento, cobardía y desobediencia, han pasado 105 años, dos guerras mundiales y casi otra, cuando parece que por fin nos disponemos a obedecer la petición de La Virgen en España y Portugal:
HOY, FIESTA DE LA ENCARNACIÓN DE NUESTROS SEÑOR JESUCRISTO,EL SANTO PADRE FRANCISCO, LOS OBISPOS y LA IGLESIA REALIZAN UNA NUEVA CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
A continuación se encuentra el enlace en el que esta la carta que el Papa Francisco dirige a la iglesia Católica para poder llevarse a cabo la consagración al Corazón Inmaculado de María.
Asi mismo, La Santa Sede ha publicado el texto de la oración de Consagración y encomienda de la humanidad, y especialmente de Rusia y Ucrania, al Inmaculado Corazón de María que el Papa Francisco pronunciará al final de la Liturgia de la Penitencia en la Basílica de San Pedro, en la tarde del viernes 25 de marzo, fiesta de la Anunciación.
La liturgia comenzará a las 17:00 horas (hora de Roma), mientras que la consagración tendrá lugar hacia las 18:30 horas. El Papa ha pedido a todos los obispos y sacerdotes del mundo que se unan a él en esta oración.
Toda esta ceremonia y consagración podrá seguirse en directo por Radio María y TV13
ACTO DE CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.
Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.
En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.
Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: "¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?". Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.
Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.
Acoge, oh Madre, nuestra súplica.
Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.
Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.
Tú, "tierra del Cielo", vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.
Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.
Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.
Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.
Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.
Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.
Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.
Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El "sí" que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.
Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres "fuente viva de esperanza", disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.