Diógenes de Sínope (el cínico)

01/25/2022

Diógenes quiso probar a la sociedad de su tiempo que muy poco o casi nada es indispensable para vivir.  Hoy, sin embargo, se suele tildar a los individuos que tienden a acumular infinidad de cosas, basura, objetos inservibles, de estar afectados por el síndrome de Diógenes.

Diógenes de Sínope (el cínico)

Diógenes de Sinope , también llamado Diógenes el Cínico, fue un filósofo griego perteneciente a la escuela cínica. Nació en Sinope, una colonia jonia del mar Negro,​ hacia el 412 a. C. y murió en Corinto en el 323 a.C.

Diógenes se exilió de su ciudad natal y se trasladó a Atenas, fue discípulo de Antístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates. Vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo en virtud la pobreza material extrema. Se dice que vivía en una tinaja y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo que «buscaba hombres» (honestos). Solo poseía un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). Defendió la idea cínica de la autosuficiencia, la vida natural apartada de los lujos de la sociedad. Según él, la virtud es el bien soberano; los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar; el sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades.

Diógenes ridiculizó con su insolencia, sus burlas y su extravagancia los diversos afanes que suelen plagar la vida de los hombres. El filósofo quiso probar a la sociedad de su tiempo que muy poco o casi nada es indispensable para vivir. La gran paradoja de la posesión de cosas, afanes, ambiciones, objetivos inútiles- es que puede acarrear para el poseedor acabar siendo poseído por ellos. Por otro lado, el abandono de muchas cosas puede significar una auténtica liberación.

Hoy, sin embargo, se suele tildar a los individuos que tienden a acumular infinidad de cosas, basura, objetos inservibles, de estar afectados por el síndrome de Diógenes. No debiera ser así. Al contrario, tal ignorancia acarrea una negligencia gravosa para las almas.

La contribución de Diógenes al mundo es precisamente atreverse a plantar cara al temor del hombre, su desafío a lo políticamente correcto. ¡Cuán bueno sería que hubiera muchos Diógenes activos hoy entre nosotros que se atrevieran a desafiar la mentira instaurada como verdad oficial y con su farol iluminaran la oscuridad que nos rodea!

Que conste que no encomiamos las ideas anárquicas ni la falta de decoro de Diógenes el cínico, pero sí la denuncia que hizo el filósofo con su actitud zafia. Su audacia fue tenida por desvarío y locura al recurrir no a elocuentes discursos, sino a la crítica burlesca de una sociedad falsa y acomodaticia. Se negó a honrar la respetabilidad social, denunció lo inauténtico y lo que otros aceptaban por costumbre o comodidad.

Se sublevó contra los valores falsos de una sociedad hipócrita con su desprecio a lo convencional, los honores y lo superfluo. Aunque no compartimos ni alentamos los rasgos soeces ni la idea cínica de la autosuficiencia, la pobreza externa y el estilo de vida del filósofo como vehículos del mensaje que él quería comunicar, aplaudimos su coraje por aspirar a la autenticidad a través de su desprendimiento y su honestidad.


Artículo de Antonio Pérez Sobrino 


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